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domingo, 15 de diciembre de 2013

LOS MISTERIOS DE LA VIDA Y DE LA MUERTE - Samael Aun Weor









Voy hablar hoy sobre los misterios de la vida y de la muerte, es este el objetivo claro de esta plática. Vamos hacer una plena diferenciación entre lo que es la Ley del Eterno Retorno de todas las cosas, la Ley de la Trasmigración de las Almas, la Ley de Reencarnación, etc.

Ha llegado el momento de desglosar ampliamente todas estas cosas, a fin de que los estudiantes se mantengan bien informados. Es obvio que lo primero que uno necesita saber en la vida es de donde viene, para donde va y cual es el objeto de la existencia; para que existimos, por que existimos, etc., etc., etc.

Incuestionablemente, si queremos nosotros saber algo sobre el destino que nos aguarda, sobre lo que es la vida en sí, es indispensable, primero que todo, saber que es lo que somos; eso es urgente, inaplazable, impostergable.

El cuerpo físico en sí mismo no es todo. Un cuerpo está formado por órganos, cada órgano está compuesto por células, a su vez cada célula esta compuesta por moléculas e cada molécula por átomos. Si fraccionamos cualquier átomo, liberamos energía. Los átomos en sí mismos se componen de iones, que giran alrededor de los electrones, de protones, de neutrones, etc., etc., etc. Todo eso lo sabe la física nuclear. En última instancia, el cuerpo físico se resume en distintos tipos y subtipos de energía, y eso es interesantísimo.

El mismo pensamiento humano es energía. Del neo-palial en el cerebro salen determinadas ondas que pueden ser sabiamente registradas. Sabemos que los científicos miden las ondas mentales con aparatos muy finos, se las catalogan en forma de micro voltios.

Así pues, en última instancia, nuestro organismo se resume en diversos tipos y subtipos de energía. La llamada materia no es más que energía condensada. Por eso dijo Einstein : E = m.c2 (energía es igual a masa multiplicada por la velocidad de la luz al cuadrado); también afirmó en forma enfática que la masa se transforma en energía y la energía se transforma en masa. Así, en última síntesis, la llamada materia no es más que energía condensada.

El cuerpo físico tiene un fondo vital orgánico. Quiero referirme en forma enfática al Lingan-Sharira de los Teósofos, la condensación bio-termo-electromagnética. Cada átomo del cuerpo vital penetra dentro de cada átomo del cuerpo físico y lo hace vibrar y centellear. El doble vital o cuerpo vital es realmente una especie de doble orgánico.

Si por ejemplo un brazo de ese doble vital se sale del brazo físico, sentimos que la mano se nos «duerme», que el brazo se nos «duerme». Pero al volver ese brazo vital a entrar en el brazo físico, al penetrar cada átomo del cuerpo vital dentro de cada átomo del cuerpo físico, se produce una vibración, como la que se siente cuando se le «duerme» un brazo y quiere «despertarlo» - una especie de «hormiguero».

Si se le sacara definitivamente el cuerpo vital a una persona física y no se le volviese a traer, moriría la persona física.

Así que resulta interesante esto del cuerpo vital. Sin embargo, tal cuerpo no es más que la sección superior del cuerpo físico, es, dijéramos, la parte tetradimensional del cuerpo físico. Los Vedantinos consideran al cuerpo vital y al físico como un todo, como una unidad.

Un poco mas allá de este cuerpo físico, con su asiento vital orgánico, tenemos nosotros al Ego. El Ego es una suma de diversos elementos inhumanos que en nuestro interior cargamos. Es obvio que a tales elementos los denominamos ira, codicia, lujuria, envidia, orgullo, pereza, gula, etc., etc., etc.

Son tantos nuestros defectos, que aunque tuviéramos mil lenguas para hablar y un paladar de acero, no acabaríamos de enumerarlos a todos cabalmente.

Así pues que el Ego no es más que eso. Hay gentes que entronizan al Ego en el corazón, que le hacen un altar y le adoran... Son equivocados sinceros que suponen que el Ego en sí mismo es divinal, y en esto están perfectamente equivocados. Hay quienes dividen al Yo en dos, Yo Superior y Yo Inferior; y quieren que el Yo Superior controle al Yo Inferior. No quieren darse cabal cuenta tales personas de que sección superior y sección inferior de una misma cosa, pues son la misma cosa.

El Yo en sí mismo es tiempo, el Yo en sí mismo es un libro de muchos tomos. En el Yo están todas nuestras aberraciones, todos nuestros defectos, aquello que hace de nosotros verdaderos animales intelectuales en el sentido más completo de la palabra.

Algunos dicen que el Alter Ego es divino, y lo adoran. Es otra forma pues de buscar escapatorias para salvar al Yo, para minimizarlo. El Yo es el Yo, y eso es todo.

La muerte en sí misma, realmente, es una resta de quebrados. Terminada la operación matemática, lo único que continúa son los valores. Estos valores son positivos y negativos también. Los hay buenos y malos. La eternidad se los traga, los devora. En la luz astral los valores se atraen y repelen de acuerdo con las leyes de imantación universal.

Los valores son los mismos elementos inhumanos que constituyen el Ego. Estos elementos a veces chocan entre sí, o simplemente se atraen o repelen.

La muerte es el regreso al punto original de partida. Un hombre es lo que es su vida; si un hombre no trabaja su propia vida, si no trata de modificarla, está perdiendo el tiempo miserablemente. Un hombre no es más que esto, lo que es su vida. Nosotros debemos trabajar nuestra propia vida, para hacer de ella una obra maestra.

La vida es como una película; cuando termina la película, nos la llevamos para la eternidad. En la eternidad, revivimos nuestra propia vida que acaba de pasar. Durante los primeros días el desencarnado, el difunto, suele ir a la casa donde murió, y hasta habita en ella. Si murió por ejemplo a los ochenta años, seguirá viendo sus nietos, sentándose a la mesa, etc. Es decir, el Ego está perfectamente convencido de que aún esta vivo y no hay nada en la vida que logre convencerlo de lo contrario.

Para el Ego, nada ha cambiado, desgraciadamente. Él ve la vida como siempre. Sentado por ejemplo ante la mesa del comedor, pedirá sus alimentos acostumbrados. Obviamente, no lo verán sus dolientes, pero en el subconsciente si, responderán. En su subconsciente, pondrán a la mesa los indicados alimentos.

Es obvio que no van a poner alimentos físicos, eso seria imposible, pero sí pondrán formas mentales, muy similares a los alimentos que el difunto acostumbraba a consumir.

El desencarnado puede ver un velorio, pero jamás supondría que ese velorio tenga algo que ver con él. Piensa que el velorio corresponde a alguien que murió, a otra persona, más nunca creería que correspondería a él. Él se siente tan vivo, que ni remotamente sospecha su defunción.

Sale a la calle y verá las calles tan absolutamente iguales, que nada podría hacerlo pensar que ha sucedido algo. Si va a una iglesia, verá allí el cura diciendo misa, asistirá al rito y muy tranquilo saldrá de la iglesia perfectamente convencido de que está vivo. Nada podría hacerlo pensar que está muerto. Aún más, si alguien le hiciese tamaña afirmación, él sonreiría escéptico, incrédulo, no aceptaría la afirmación que se le hiciese.

El difunto tiene que revivir en el mundo astral toda la existencia que acaba de pasar. Pero la revive de una forma muy natural y a través del tiempo. El difunto, identificado con la misma, en la verdad saborea cada una de las edades de la vida que terminó.

Si era de ochenta años, por ejemplo, por algún tiempo seguirá acariciando sus nietos, sentándose a la mesa, acostándose en su consabida cama, etc. Pero a medida en que va pasando el tiempo, él va adaptándose a otras circunstancias de su propia existencia. Pronto se verá viviendo a la edad de los 79 años, de los 77, 60, etc. Y si vivió en otra casa a la edad de 60 años, se verá viviendo en aquella otra casa, y dirá lo mismo que dijo, y hasta asumirá el mismo aspecto psicológico que tenía a los 60 años. Y si a los 50 años vivió en otra ciudad, pues allí se verá, reviviendo en esa otra casa y así sucesivamente al tiempo que su aspecto psicológico, su fisionomía, va transformándose de acuerdo con la edad que tenga que revivir.

A la edad de 20 años, tendrá exactamente la misma fisionomía que tuvo cuando era de 20 años, y a la edad de 10 años se verá hecho un niño... Y cuando llegue el instante pues en que haya terminado de revisar su existencia pasada, su vida toda quedará reducida a sumas y restas de operaciones matemáticas. Eso es muy útil para la Conciencia.

En estas condiciones el difunto tendrá prácticamente que presentarse ante los tribunales de la Justicia Objetiva, o de la Justicia Celestial. Tales tribunales son perfectamente distintos a los de la justicia subjetiva o terrenal. En los tribunales de la Justicia Objetiva solo reina de verdad la ley y la misericordia, porque es obvio que al lado de la justicia siempre está la misericordia.

Tres caminos se abren ante el difunto:

• Unas vacaciones en los mundos superiores para gentes que lo merecen.

• Retornar en forma mediata o inmediata a una nueva matriz.

• Descender a los mundos infiernos hasta la Muerte Segunda de que habla el Apocalipsis de San Juan y el Evangelio del Cristo.

Obviamente, quienes logran el ascenso a los mundos superiores, pasan por una temporada de gran felicidad.

Normalmente el Alma, o Conciencia, se encuentra embotellada entre el Yo de la psicología experimental, entre el Ego que, como ya dije a ustedes, es una suma de diversos elementos inhumanos. Mas sucede que aquellos que suben a los mundos superiores, abandonan al Ego temporalmente. En esos casos el Alma, o Conciencia, o Esencia, o como queramos llamarla, sale de ese calabozo horrible que es el Ego, el Yo, para ascender al famoso Devachan de que nos hablaron los indostanes; una región de felicidad inefable, en el mundo de la mente superior del Universo. Allí se goza de una auténtica felicidad. Allí se encuentran los desencarnados con sus familiares que abandonaron en el tiempo. Encuéntranse con lo que es, dijéramos, el alma de ellos.

Posteriormente, la Conciencia, o Esencia, o Alma, abandona también el mundo de la mente, para entrar en el mundo de las causas naturales. El Mundo Causal es grandioso, maravilloso. En el Mundo Causal resuenan todas las armonías del Universo; allí se siente en verdad las melodías del Infinito. Sucede que en cada planeta hay múltiples sonidos, pero todos ellos entre sí sumados dan una nota síntesis, que es la nota clave del planeta. El conjunto de notas clave de cada mundo resuena maravillosamente en el coral inmenso del espacio estrellado. Esto produce un goce inefable en la Conciencia de todos aquellos que disfrutan la dicha en el Mundo Causal.

También encontramos en el mundo de las causas naturales a los Señores de La Ley, que castigan o premian a los pueblos y a los hombres. Encontramos, en el mundo de las causas naturales, a los verdaderos Hombres, a los Hombres Causales; allí los hallamos, trabajando por la Humanidad.

Encontramos en el mundo de las causas naturales a los Principados, los príncipes de los elementos, del fuego, del aire, de las aguas y de la tierra.

La vida palpita intensivamente en el mundo de las causas naturales, el Mundo Causal es precioso. Un azul profundo, intenso, como el de una noche llena de estrellas, iluminada por la luna, resplandece siempre en el mundo de las causas naturales. No quiero decir que no hayan otros colores, sí los hay, pero el color básico fundamental es el azul intenso, profundo, de una noche luminosa, estrellada.

Quienes viven en esa región, son felices en el sentido más trascendental de la palabra. Pero todo premio a la larga se agota, cualquier recompensa tiene un límite, y llega el instante que el Alma que ha entrado al Mundo Causal debe retornar, regresar, e descenderá lamentablemente para meterse nuevamente dentro del Ego, dentro del Yo de la psicología experimental.

Posteriormente esta clase de Almas vienen a impregnar el huevo fecundado, para formar un nuevo cuerpo físico, se reincorporan en un nuevo cuerpo físico, vuelven al mundo.

Otro es el camino que aguarda a los que descienden a los mundos infiernos. Se trata de gentes que ya cumplieron su tiempo, su ciclo de manifestaciones, o que fueron demasiado perversas. Tales gentes involucionan indubitablemente, dentro de las entrañas de la tierra.

El Dante Allíghieri nos habla, en su Divina Comedia, de los nueve círculos dantescos; y él ve esos nueve círculos dentro del interior de la tierra.

Nuestros antepasados de Anahuac, en la gran Tenochtitlán, hablan claramente del Mictlán, la región infernal, que ellos también ubican en el interior mismo de nuestro globo terrestre. A diferencia pues de algunas otras sectas o religiones, para nuestros antepasados de Anahuac, como hemos visto en sus códices, el paso por el Mictlán es obligatorio, y lo consideran sencillamente como un mundo de probación, donde las almas son probadas. Y si logran pasar por los nueve círculos, incuestionablemente ingresarán al Edén, o sea, al paraíso terrenal.

Para los Sufis mahometanos, el Infierno no es tampoco un lugar de castigo, sino de instrucción para la Conciencia, y de purificación.. Para el Cristianismo, en todos los rincones del mundo, el Infierno es un lugar de castigo y de penas eternas. Sin embargo, el círculo secreto del cristianismo, la parte oculta de la religión cristiana, es diferente.

En la parte oculta de cualquier movimiento cristiano, en la parte íntima o secreta, se encuentra la Gnosis. El Gnosticismo Universal ve el Infierno no como un lugar de penas eternas y sin fin, sino como un lugar de expiación, de purificación y de ilustración a su vez, para la Conciencia.

Obviamente, tiene que haber dolor en los mundos infiernos, puesto que la vida es terriblemente densa dentro del interior de la tierra, sobre todo en el noveno círculo, donde está este núcleo concreto de una materia terriblemente dura; allí se sufre lo indecible... En todo caso, quienes ingresan en la involución sumergida del reino mineral, tarde o temprano deben pasar por eso que se llama, en el Evangelio Cristico, la Muerte Segunda.

No hemos pensado jamás, en el Gnosticismo Universal, al estudiar esa cuestión del Infierno Dantesco, en que no tenga un limite el castigo. Consideramos que Dios, siendo eternamente justo, no podría cobrarle a nadie más de lo que debe, pues toda culpa, por grave que sea, tiene un precio y, pagado su precio, nos parecería absurdo seguir pagando. Aquí mismo, en nuestra justicia terrenal, siendo una justicia perfectamente subjetiva, vemos que si un preso entra en la cárcel, por tal o cual delito, una vez que pagó su delito, se le da la boleta de libertad. Ni las mismas autoridades terrenales aceptarían que un preso continuara en la cárcel después de haber pagado su delito. Se ha dado casos de presos que se acomodan tanto en la prisión, que llegado el día de su salida, no han querido salir. Entonces ha habido que sacarlos a la fuerza.

Así que toda falta, por muy grave que sea, tiene un precio. Si los jueces terrenales saben esto, cuanto más no lo sabría la justicia divinal. Por muy grave que tenga sido el delito o los delitos que alguien haya cometido, pues tiene su precio. Si no fuera así, Dios seria entonces un gran tirano, y bien sabemos nosotros que al lado de la Justicia Divina nunca falta la Misericordia. No podríamos en modo alguno pues cualificar a Dios como tirano, tal proceder seria equivalente a blasfemar, y a nosotros, francamente, no nos gusta la blasfemia.

La Muerte Segunda es pues el limite del castigo, en el infierno dantesco. Que este Infierno se le llame Tartarus en Grecia, o Averno en Roma, o el Avitchi en el Indostán, o el Mictlán, en la antigua Tenochtitlán, importa poco. Cada país, cada religión, cada cultura, ha sabido de la existencia del Infierno, y le ha calificado siempre con algún nombre.

Para los antiguos habitantes de la gran Hesperia, como vemos nosotros al leer la divina Eneida de Virgilio, el poeta de Mantua, el Infierno es la morada de Plutón, la región cavernosa donde Eneas el troyano, encontrara a Dido, aquella reina que se mató por amor, enamorada del mismo, después de haber jurado lealtad a las cenizas de Siqueo.

La Muerte Segunda en sí misma, suele ser muy dolorosa. El Ego siente que se vuelve pedazos, se caen sus brazos y piernas, sufre un desmayo tremendo. Momentos después, la Esencia, o lo que hay de alma metida dentro del Ego, queda libre, ya que el Ego se reduce a polvareda cósmica...

Emancipada la Esencia, asume una hermosísima figura infantil llena de radiante belleza; este es el instante solemne en que los Devas de la naturaleza examinan la Esencia liberada.

Después de haber ellos comprobado hasta la saciedad de que ya no posee ningún elemento subjetivo, infrahumano, le conceden boleta de libertad; otorgan al alma la dicha de la liberación.

Instantes felices son aquellos en que el alma del fallecido penetra por ciertas puertas atómicas que le permiten de inmediato la salida a la luz del sol. Entonces la Esencia ya libre, convertida en elemental de la naturaleza, reinicia una nueva evolución.

Elementales de la Naturaleza, los hay de varias clases. Como autoridades en esta materia, tenemos a Franz Hartmann (es bastante interesante su libro «Los Elementales»), tenemos a Paracelso, el gran médico, Felipe Teophrastus Bombastus de Honnenheim, Aureola Paracelso. En todo caso, los elementales son las conciencias de los elementos, porque bien sabemos que los elementos fuego, aire, agua y tierra, no son algo meramente físico como suponen los ignorantes ilustrados, sino más bien, dijéramos, un vehículo de conciencias sencillas, simples, primigenias, en el sentido más transcendental de la palabra. Así que los elementales son los principios conscientivos de los elementos, en el sentido transcendental o esencial de la palabra, y eso es todo. Ahora bien, continuemos con nuestra explicación.

Obviamente, quienes han pasado por la Muerte Segunda, salen a la superficie del mundo, reinician nuevos procesos evolutivos, que indubitablemente habrán de empezar por el mineral, la piedra, proseguirán por lo vegetal, continuarán con el animal y por último tendrán acceso a la vida humana, o sea, se reconquistará el estado de humano, o humanóide, que otrora se perdiera.

Resulta interesantísimo ver a esos gnomos o pigmeos entre las rocas, parecen pequeños enanitos, con sus grandes ojos y su luenga barba blanca. Obviamente, eso que nosotros decimos, dicho en pleno siglo XX, resulta bastante extraño... Porque la gente se ha vuelto ahora tan complicada, la mente se ha desviado tanto de las sencillas verdades de la Naturaleza, que difícilmente puede aceptar de buena gana estas cosas. Más bien ese tipo de conocimiento lo aceptan las gentes simples y sencillas, aquellos que no tienen complicaciones tantas en el intelecto.

En todo caso, quiero decirles que los elementales minerales, cuando ingresan en la evolución vegetal, se hacen interesantísimos. Cada planta es el cuerpo físico de un elemental vegetal. Esos elementales de las plantas tienen conciencia, son inteligentes, y hay grandes esoteristas que saben manejarlos o manipularlos a voluntad. Resultan bellísimos. Quienes los conocen, pueden por medio de ellos actuar sobre los elementos de la Naturaleza.

Un poco más allá de los elementales vegetales, tenemos a los elementales del reino animal. Indubitablemente, solo los elementales vegetales avanzados tienen derecho a ingresar en organismos animales. Se comienza la evolución en el reino animal por organismos simples, sencillos, pero a medida en que se va evolucionando, se va también complicando la vida, y llega el instante en que el elemental animal puede tomar cuerpos orgánicos muy complejos. Posteriormente, se reconquista el estado humano que otrora se perdiera.

Al llegar a este estadio, se le asigna a los elementales, a la Esencia, a la Conciencia, o Alma, o como ustedes quieran definir, ciento y ocho vidas nuevamente, para su Auto-realización íntima. Si durante las nuevas 108 vidas no se consigue la Auto-realización íntima del Ser, prosigue la rueda de la vida girando... Entonces se desciende nuevamente entre las entrañas del reino mineral, con el propósito de eliminar de la Esencia los elementos indeseables que de una u otra forma se adhirieron a la psiquis. Y se repite el mismo proceso... Conclusión: la rueda gira 3000 veces.

Si en 3000 ciclos de 108 vidas cada uno, no se auto-realizan las Esencias, toda puerta se cierra, y la Esencia misma, convertida simplemente en un elemental inocente, se sumerge entre el seno de la Gran Realidad, es decir, entre el gran Alaya del Universo, entre el Espíritu Universal de vida o Parabrahatman, como le denominan los indostanes, la Gran Realidad.

Esta es la vida pues de los que descienden al interior de la tierra después de la muerte. Vemos pues que después de la desencarnación, unos suben a los mundos superiores para unas vacaciones, otros descienden entre las entrañas de la tierra, hay otros que retornan en forma mediata o inmediata, se reincorporan, vuelven para repetir su existencia aquí en este mundo.

Mientras uno tenga que retornar o regresar, tiene que repetir su propia vida. Ya vimos que la muerte es el regreso al punto de partida original. Ya les expliqué también que, después de la muerte, en la eternidad, en la luz astral, tenemos que revivir la vida que acaba de pasar; ahora les diré que al volver, al retornar, al regresar, tenemos que repetir nuevamente, sobre el tapete de la existencia, toda nuestra misma vida.

En el primer caso, mencioné únicamente la Ley de la Transmigración de las Almas; que aquellos que cumplían el ciclo de 108 existencias, que les tocaba descender entre las entrañas del mundo y posteriormente, muerto el Ego, volverían a evolucionar desde el mineral hasta el hombre. Esta es la Doctrina de la Trasmigración.

Ahora estoy hablando de la Doctrina del Eterno Retorno de todas las cosas, junto con esa otra ley, la Ley de Recurrencia. Si uno, en vez de descender entre las entrañas del mundo, retorna en forma mediata o inmediata aquí al mundo, es obvio que tendrá que repetir, sobre el tapete de la existencia, su misma vida, la vida que finalizó.

Ustedes me dirán que eso es demasiado aburrido, todos estamos aquí repitiendo lo que hicimos en la pasada existencia, en el pasado retorno. Sí, es tremendamente aburridor, pero los culpables somos nosotros mismos porque, como ya les he dicho, un hombre es lo que es su vida. Si nosotros no modificamos la vida, tendremos que estar repitiéndola incesantemente.

Desencarnamos y volvemos a tomar cuerpo. ¿Para qué? Para repetir lo mismo. Y volvemos a desencarnar y a tomar cuerpo, para repetir lo mismo, hasta que llega el día en que tenemos que ir con nuestra «música» a otra parte. Tendremos que descender entre las entrañas del mundo, hasta la Muerte Segunda.

Pero uno puede evitar esta repetición. Tal repetición es lo que se conoce como la Ley de Recurrencia, todo vuelve a ocurrir tal como sucedió. Pero ¿por qué?, dirán ustedes, ¿por que tiene que repetirse lo mismo? Bueno, esto merece una explicación.

Ante todo, quiero que sepan que el Yo no es algo autónomo, auto-consciente o individual; ciertamente, el Yo es una suma de «yoes», en plural. La psicología común y corriente, la psicología oficial, piensa en el Yo como una totalidad. Nosotros pensamos en el Yo como una suma de yoes. Porque uno es el yo de la ira, otro es el yo de la codicia, otro es el yo de la lujuria, otro es el yo de la envidia, otro es el yo de la pereza, otro es el yo de la gula; son distintos yoes, no hay un solo Yo, sino varios yoes dentro de nuestro organismo.

Es obvio que la pluralidad del Yo sirve de fundamento pues a la Doctrina de los Muchos, tal como es enseñada en el Tíbet Oriental. En apoyo de la Doctrina de los Muchos está el Gran Kabir Jesús. Dicen que El sacó del cuerpo de María Magdalena siete demonios, no hay duda de que se trata de los siete pecados capitales: ira, codicia, lujuria, envidia, orgullo, pereza, gula. Cada uno de esos siete es cabeza de legión y, como ya les dice, aunque tuviéramos mil lenguas para hablar y paladar de acero, no alcanzaríamos a enumerar todos nuestros defectos cabalmente.

Cada defecto es un yo en sí mismo. Así tenemos a muchos yoes-defectos. Si calificamos a tales yoes-defectos de demonios, pues no estaremos equivocados. En el Evangelio Crístico, se le pregunta a poseso por su nombre verdadero y el contesta: «soy legión, mi verdadero nombre es legión».

Así, cada uno de nosotros en el fondo es legión, y cada yo-demonio de la legión quiere controlar el cerebro, quiere controlar los siete centros principales de la máquina orgánica, quiere descollar, subir, llegar al tope de la escalera, hacerse sentir, etc.

Cada yo-demonio es como una persona dentro de nuestro cuerpo. Si decimos que dentro de nuestra personalidad viven muchas personas, no estamos equivocados; en verdad, así es.

Así que la repetición mecánica de los diversos eventos de nuestra pasada existencia, se debe ciertamente a la multiplicidad del Yo.

Vamos a situar casos concretos. Supongamos que en la pasada existencia, a la edad de 30 años, nos peleamos con otro sujeto en la cantina, caso común de la vida. Obviamente, el yo-defecto de la ira fue el personaje principal de la escena. Después de la muerte, este yo-defecto continúa en la eternidad, y en la nueva existencia ese yo-defecto permanece en el fondo de nuestra subconciencia, aguardando que llegue la edad de los 30 años para volver a una cantina; en su interior hay resentimiento, y desea encontrarse al sujeto de aquel evento. A su vez, el otro sujeto que tomó parte de aquel trágico evento cantinero, también tiene su yo, el yo que quiere vengarse, que permanece en el fondo de la subconsciencia, aguardando el momento de entrar en actividad.

Conclusión, al llegar a la edad de los 30 años, el sujeto, o mejor dicho, el yo del sujeto, el yo-ira, el yo que tomó parte de aquel evento trágico, metido en el subconsciente dice: «tengo que encontrarme con aquel»; a su vez, el dice: «tengo que encontrarme con ese»... Y telepáticamente se hablan y se ponen de acuerdo, y al fin se dan telepáticamente cita en alguna cantina. Se encuentran físicamente, personalmente, en la nueva existencia y repiten la escena, tal como sucedió en la pasada existencia.

Todo esto se hace a espaldas de nuestro intelecto, por debajo de nuestro razonamiento. Sencillamente, hemos sido arrastrados a una tragedia, hemos sido llevados inconscientemente a repetir lo mismo.

Ahora, tengamos el caso de que alguien, a la edad de los 30 años en su pasada existencia, tuvo una aventura amorosa, un hombre que tuvo una aventura con una dama. El “Yo” aquel de la aventura continua vivo después de la aventura, y después de la muerte continua vivo en la eternidad. Al regresar, al reincorporarnos en un nuevo organismo, aquel yo de la aventura sigue vivo, aguarda en el fondo del subconsciente, en los repliegues más bien inconscientes de la vida, de la psiquis, el momento de entrar en nueva actividad.

Al llegar a la edad de la aventura pasada, es decir, a los 30 años, dice: «Bueno, este es mi momento. Ahora voy a salir a buscar la dama de mis ensueños...». A su vez, el yo de la dama de sus ensueños, el yo de la aventura, dice lo mismo: «este es mi instante, voy a buscar aquel caballero...» Y, por debajo de la conciencia, los dos yoes arreglan la cita telepáticamente e arrastran cada uno la personalidad; todo eso a espaldas de nuestra inteligencia, a espaldas del ministerio de la intelectualidad. Viene el encuentro y se repite la aventura.

Así que nosotros, en verdad, aunque parezca increíble, no hacemos nada, todo nos sucede, como cuando llueve, como cuando truena.

Un pleito que uno haya tenido en su pasada existencia por bienes terrenales, una casa por ejemplo; el yo de aquel pleito después de la muerte sigue vivo, y en la nueva existencia sigue vivo, escondido entre los repliegues de la mente, aguardando el instante de entrar en actividad. Si el pleito fuera a la edad de 50 años, el aguarda que llegue a los 50 años y dice: «llegó mi momento». Seguro que el otro con quien tuvo el pleito también dice lo mismo, en este mismo instante, y se reencuentran para otro pleito y se repite la escena.

Entonces nosotros ni siquiera tenemos un libre albedrío, todo nos sucede, repito, como cuando llueve o como cuando truena. Hay un pequeño margen de libre albedrío, muy poco. Imaginen ustedes, por un momento, un violín metido dentro de un estuche; hay un margen mínimo para ese violín. Así también es nuestro libre albedrío, casi nulo. Lo que hay es un pequeño margen, casi imperceptible, que se lo sabemos aprovechar, puede suceder que entonces nos transformemos radicalmente y nos liberemos de la Ley de Recurrencia.

Hay que saberlo aprovechar. ¿Como? Pues en la vida práctica tenemos nosotros que volvernos un poquito más auto observadores. Cuando uno acepta que tiene una psicología propia, comienza a observarse a sí mismo, y cuando alguien comienza observarse a sí mismo, comienza también a volverse diferente a todo el mundo. Es en la calle, es en la casa, es en el trabajo, donde nuestros defectos, esos defectos que llevamos escondidos, afloran espontáneamente. Y si estamos alertas y vigilantes como el vigía en época de guerra, entonces los vemos.

Defecto descubierto, debe ser enjuiciado, a través del análisis, de la reflexión, de la meditación íntima del Ser, con el objetivo de comprenderlo. Cuando uno comprende a tal o cual yo-defecto, entonces está debidamente preparado para desintegrarlo atómicamente.

¿Es posible desintegrarlo? Sí, es posible, pero necesitamos de un poder que sea superior a la mente, porque la mente por sí misma no puede alterar fundamentalmente ningún defecto psicológico. Puede rotularlo con distintos nombres, puede pasarlo de un nivel a otro del entendimiento, pude ocultarlo de sí misma o de los demás, puede justificarlo, o condenarlo, etc., pero jamás alterarlo radicalmente.

Necesitamos de un poder que sea superior a la mente, un poder que pueda desintegrar cualquier yo-defecto, ese poder está latente en el fondo de nuestra psiquis, solo es cuestión de conocerlo, para aprenderlo a usar. Tal poder, en el Oriente, en la India, se le denomina Devi Kundalini, la serpiente ígnea de nuestros mágicos poderes. En la gran Tenochtitlán, se le denominaba Tonantzin, entre los alquimistas medioevales recibe el nombre de Stella Maris, la Virgen del Mar. Entre los hebreos, tal poder recibía el nombre de Adónia, entre los cretenses, se le conocía con el nombre de Cibeles. Entre los egipcios, era Isis, Madre Divina, a quien ningún mortal ha levantado el velo. Entre los cristianos, es María, Maya, es decir, Dios Madre. Hemos pensado nosotros muchas veces en Dios como Padre, bien vale la pena pensar en Dios como Madre, como Amor, como Misericordia. Dios Madre habita en el fondo de nuestra psiquis, es decir, está en el Ser. Podría decirles que Dios Madre es una parte de nuestro propio Ser, pero derivado.

Distíngase entre el Ser y el yo. El Ser y el yo son incompatibles, son como agua y aceite, que no pueden mezclarse. El Ser es el Ser, y la razón de Ser del Ser es el mismo Ser. El Ser es lo que es, lo que siempre ha sido y lo que siempre será. Es la vida que palpita en cada átomo, como palpita en cada Sol.

Así, Dios Madre es una variante de nuestro propio Ser, es nuestro propio Ser, pero derivado. Eso significa que cada cual tiene su Madre Divina particular, individual. Kundalini, le dicen los indostanes, y estoy de acuerdo con este término. Considero que nosotros podemos invocar a la Divina Madre Kundalini, en meditación profunda, y suplicarle entonces que desintegre aquel Yo-defecto que hemos comprendido perfectamente, a través de la meditación.

La Divina Madre Kundalini procederá, y lo desintegrará, lo reducirá a polvareda cósmica. Al desintegrarse un defecto, se libera esencia anímica. Dentro de cada Yo-defecto, hay cierto porcentaje de esencia anímica embotellada. Pero si se desintegra un defecto, se libera esencia anímica, y se desintegra dos defectos, pues se libera más esencia anímica, y si se desintegra todos los defectos psicológicos que cargamos en nuestro interior, entonces liberamos totalmente la Conciencia.

Una Conciencia liberada es una Conciencia que despierta, es una Conciencia despierta. Es una Conciencia que podrá ver, oír, tocar y palpar los grandes misterios de la vida y de la muerte. Es una Conciencia que podrá experimentar por sí misma, en forma directa, Eso que es lo Real, Eso que es la Verdad, Eso que está más allá del cuerpo, de los afectos y de la mente.

Cuando a Jesús, El Gran Kabir, Pilatos le preguntara ¿Qué es la verdad?», guardó silencio. Y cuando al Buddha Gautama Sakyamuni, el príncipe Siddharta, le hicieron la misma pregunta, dio la espalda y se retiró. La Verdad es lo desconocido de momento en momento, de instante en instante. Solo con la muerte del Ego adviene a nosotros eso que es la Verdad. La Verdad hay que experimentarla, como cuando uno mete el dedo en el alumbre y se quema.

Una teoría, por muy bella que sea, con respecto a la Verdad, no es la Verdad; una opinión, por muy venerable o respetable que sea, con relación a la Verdad, tampoco es la Verdad. Cualquier idea que tengamos con respecto a la Verdad, no es la Verdad, aunque la idea sea muy luminosa. Cualquier tesis que nosotros podamos plantear con relación a la Verdad, tampoco es la Verdad. La Verdad hay que experimentarla, repito, como cuando uno mete el dedo en el alumbre y se quema. Está más allá del cuerpo, de los afectos y de la mente, y la Verdad solo puede ser experimentada en ausencia del Yo Psicológico. Sin haber disuelto el Yo, no es posible la experiencia de lo Real.

El intelecto, por muy brillante que sea, por muy hermosas teorías que posea, no es la Verdad. Como dijera Goethe, en el Fausto: «Toda teoría es gris, solo es verde el árbol de dorados frutos que es la vida».

Así que nosotros necesitamos desintegrar el Ego de la psicología, para liberar la Conciencia, solo así podremos llegar a experimentar la Verdad. Jesús el Cristo dijo: «Conoced la Verdad y ella os hará libres». Nosotros necesitamos experimentarla directamente.

Cuando alguien consigue de verdad destruir el Ego, se libera de la Ley de Recurrencia, hace de su vida una obra maestra, se convierte en un genio, en un Iluminado, en el sentido más completo de la palabra. Cuando alguien libera su Conciencia, obviamente conoce la Verdad. Hay que liberar la Conciencia, y no es posible liberarla si no se disuelve el Yo de la psicología.

Quienes alaban al Yo son ególatras por naturaleza, por instinto. Al Yo lo alaban los mitómanos, porque son mitómanos, al Yo lo alaban los paranoicos, porque son paranoicos, los ególatras, porque son ególatras.

La vida sobre la faz de la Tierra sería distinta, si nosotros disolviéramos el Ego, el Yo. Entonces la Conciencia de cada uno de nosotros, despierta, iluminada, irradiaría Amor, y habría Paz sobre la faz de la Tierra. La Paz no es cuestión de propagandas, ni de apaciguamientos, ni de ejércitos, ni de OEA, ni de ONU, ni de nada por el estilo. La Paz es una substancia que emana del Ser, que viene de entre las entrañas mismas del Absoluto. No puede haber Paz sobre la faz del mundo, no puede haber verdadera tranquilidad en todos los rincones de la tierra, en tanto los factores que producen guerras existan en el interior de nosotros.

Es claro que mientras dentro de cada uno de nosotros haya discordia, en el mundo habrá discordia. La masa no es más que una extensión del individuo; lo que es el individuo es la masa, y lo que es la masa es el gobierno, es el mundo. Si el individuo se transforma, si el individuo elimina de sí mismo los elementos del odio, de la violencia, del egoísmo, de la discordia, etc., si consigue destruir el Ego para que la Conciencia se libere, solo habrá en él eso que se llama Amor. Si cada individuo de los que pueblan la faz de la Tierra disolviera el Ego, las masas serían masas de Amor. No habría guerras, no habría odio. Pero no podrá en verdad haber Paz en el mundo mientras exista el Ego.

Algunos afirman que desde el año 2001 o 2007 en adelante, vendrá una era de fraternidad, del amor, de la paz. Pero yo, pensando aquí en voz alta, me pregunto a mí mismo, y hasta le pregunto a ustedes: ¿de donde vamos a sacar esta era de fraternidad, de amor, de paz entre los hombres de buena voluntad? ¿Creen ustedes que el Ego de la psicología, con sus odios, con sus rencores, con sus envidias, con sus ambiciones, con su lujuria, etc., puede crear una edad de amor, de felicidad, etc., etc.? ¡Pues obviamente que no! Para que reine en verdad la Paz en el mundo, tenemos que morir en sí mismos, tiene que destruirse en nosotros lo que tenemos de inhumano, el odio que cargamos, las envidias, los celos espantosos, esa ira que nos hace tan abominables, esa fornicación que nos hace tan bestiales, etc. En tanto continúen existiendo tales factores dentro de nuestra psiquis, el mundo no podrá ser diferente.

Antes bien se volverá peor, porque a través del tiempo el Ego seguirá volviendo cada vez más poderoso, más fuerte, y conforme el Ego se manifieste con más violencia, el mundo seguirá se haciendo más tenebroso. Al paso que vamos, si no trabajamos sobre sí mismos, llegará el día en que ni siquiera podremos existir, porque unos a otros nos destruiremos violentamente. Si continuara robusteciendo el Ego indefinidamente así como va, llegaría el momento en que nadie podría tener seguridad en su vida, ni de su hogar. Un mundo donde la violencia ha llegado al máximo y nadie tiene seguridad de su propia existencia.

Así, creo firmemente que la solución de todos los problemas del mundo está precisamente en la disolución del Yo.



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domingo, 1 de diciembre de 2013

Capilla de los Espejos Sagrados - Alex Grey







Puede parecer un poco excesivo de duración, pero no dejéis que eso os prive de poder gozar del placer de verlo, con cariño Nuria.





















jueves, 28 de noviembre de 2013

Qué son los Engramas


             





Cada experiencia que has vivido en tu pasado ha dejado una huella y un registro en la memoria de tu cuerpo y tu mente, una grabación, una auténtica “programación”. La psicología ha denominado “engrama” a esa huella grabada en el cuerpo-mente, especialmente en el inconsciente, y el hinduismo los llama “sanskaras”. Cada engrama actúa como un chip, un verdadero programa que desde el sistema de registro o disco duro de tu inconsciente te dice cómo has de comportarte, cómo debes pensar, sentir e incluso reaccionar en cada situación. Si un niño de dos años se pilla los dedos con una puerta, en su mente quedará grabado el engrama “puerta = dolor”, y en el futuro cada vez que vea una puerta, sin saberlo le tendrá miedo, porque la grabación le dice que las puertas producen dolor. Si una mujer vive su primera experiencia con la figura del hombre como un abandono, y no hace falta que sea un novio o pareja porque puede ser el propio padre en la infancia, grabará el engrama “hombres=abandono”, y en la vida adulta esa mujer no podrá tener relaciones satisfactorias con los hombres porque hay un programa que le dice a su mente que la van a abandonar.

¿Entiendes cómo funcionan los engramas? Ellos han estado condicionándote desde la trastienda toda tu vida sin saberlo, y no lo sabes porque la mayor parte de esas programaciones se registraron en etapas tan tempranas de tu desarrollo que las has relegado al inconsciente y olvidado por completo, pero desde las profundidades muchas de ellas boicotean tu vida y tus relaciones, haciéndote la zancadilla tú mismo.

¿Para qué nos sirve saber todo eso? Pues para algo muy importante, sin duda. Te sirve para entender que si no cambias el “programa”, nunca podrás ser feliz y siempre te estarás boicoteando sin darte cuenta. Para establecer relaciones sanas y aprender a amar de verdad es imprescindible que modifiques la información de tus engramas negativos ya que si no siempre estarás dando palos de ciego. Y para cambiar el registro de tus engramas debes quitar conscientemente el componente negativo y contaminado de ese engrama o grabación y sustituirla por otro componente positivo que te dé la orden contraria a lo que había registrado. Por ejemplo, si el chip es “hombre (o mujer) = abandono”, el componente negativo aquí es “abandono”, ya que la figura del hombre o de la mujer es neutra y no implica para nada ninguna carga o connotación en sí misma, pues dependerá de la carga emocional o significado que le dé nuestra mente según lo experimentado en las experiencias del pasado de cada uno. Entonces la sustitución se basa en buscar hombres ( o mujeres ) que sean capaces de acompañarte, quedarse contigo física, afectiva o espiritualmente, mantenerse a tu lado sin abandonarte, hombres ( o mujeres ) que te proporcionen la cercanía, la proximidad, el contacto, el calor humano, el afecto y la intimidad que necesitas. Dirás: “¡Pero eso es muy difícil...!”, y ahí es donde se ve el engrama en acción. El trabajo real consiste en pedirle abiertamente a uno o varios hombres ( o mujeres ) de confianza en tu vida, a tu terapeuta o a tus verdaderos amigos y amigas, que te den esa compañía, proximidad, calor y cariño que necesita tu niño o niña interior para sentir la necesidad vital satisfecha, y sobre todo abrirte a recibirlo. Si lo haces frecuentemente y repetidamente, el componente negativo del engrama poco a poco irá siendo sustituido por el positivo, hasta que llegará un día que la programación se habrá cambiado y el nuevo engrama será “hombres ( o mujeres ) = compañía y cariño”. La transformación se ha producido, y tu mente inconsciente dejará de boicotearte dejando de atraer hombres o mujeres que te abandonan. Se trata de cambiar toda una programación o registro de información que le decía a tu personalidad el modo de comportarte en la vida y el tipo de experiencias, personas y situaciones que atraías.

Cuando ese niño que se pilló los dedos en una puerta a los dos años, ya de adulto estuvo varias veces comiéndose un bombón, escuchando a Verdi, contemplando una puesta de sol, acariciando a un gato y oliendo a rosas, cosas todas ellas que le proporcionaban mucho placer (lo contrario de dolor), llegó un momento en que el engrama se modificó y ese componente de placer acabó sustituyendo y echando fuera al componente de “dolor”. Y ese adulto-niño ya nunca más le tuvo miedo a las puertas. El trabajo consciente con los engramas es mucho más poderoso de lo que parece a simple vista, y es una herramienta curativa y transformadora muy grande. Aunque en la acción estamos aprendiendo a satisfacer nuestras necesidades básicas y carencias, en el fondo también estamos modificando los programas de nuestro disco duro y transformando las grabaciones de base que nos dicen quién somos, cómo debemos comportarnos, y qué tipo de experiencias y personas ha de haber en nuestra vida. ¡Casi nada.....!. Es ir al núcleo del núcleo, a la raíz de nuestros problemas existenciales, a la causa real de lo que no funciona en tu vida.

Los engramas son los “chips defectuosos” que arrastramos desde el pasado como traumas y conflictos sin resolver. Al igual que las experiencias positivas y de crecimiento, los engramas se graban y registran en vida en el inconsciente, y aunque olvidadas, esas experiencias vividas constituyen auténticas grabaciones y programaciones que se arrastran en forma de tendencias y patrones de creencia-actitud-comportamiento hacia la vida adulta. Cada engrama es una constelación o conjunto de recuerdos físicos, emocionales y mentales de gran carga energética, procedentes de experiencias de diversos periodos de una vida, y con un tema vital, trauma o vivencia física o emocional similar. Podemos considerarlo una “experiencia condensada”. Los engramas aparecen en el inconsciente como auténticas constelaciones vivas, dinámicas y complejas, que gobiernan nuestra vida consciente e influyen directamente en la manera en que nos percibimos a nosotros mismos, pero también en como percibimos a las demás personas, el mundo, y al modo en que pensamos, sentimos, respondemos y actuamos. Constituyen también las fuerzas dinámicas que se esconden detrás de nuestros síntomas físicos, actitudes emocionales, estados de ánimo e incluso enfermedades, así como detrás de los conflictos en nuestras relaciones y nuestros comportamientos irracionales. Aunque sean inconscientes y provengan de muy atrás, los recuerdos de los traumas físicos o emocionales contienen una carga de dolor muy fuerte, carga energética que juega un importante papel en la génesis de los trastornos emocionales y de las enfermedades psicosomáticas, las neurosis y las psicosis.

Aquellos engramas que no se resuelven se siguen arrastrando a la espera de ser traídos a la luz de la consciencia y de ser revividos e integrados, con los consecuentes efectos terapéuticos, sanadores y evolutivos que comporta el hecho de comprender las crisis personales y de transformar lo que debe ser transformado. Los acontecimientos y situaciones externas de nuestra vida activan los engramas latentes en el inconsciente, que al activarse y reestimularse hacen que nos percibamos y comportemos de forma que podamos recrear sus temas centrales en el presente, y así resolverlos. Utilizamos sin saberlo el fenómeno universal de la proyección (el mundo como espejo) para proyectar en cada situación o persona el tema pendiente con nosotros mismos, aunque muchas veces ese espejo esté un poco distorsionado por nuestros miedos, ya que nuestra percepción de nosotros mismos y del entorno físico y humano que nos rodea se distorsiona y deforma según el motivo básico del engrama emergente. Puesto que el Alma siempre desea que enfrentemos y resolvamos nuestros temas pendientes sin resolver, la tendencia del inconsciente es que un estímulo externo (o un conjunto de ellos ) active el correspondiente engrama para facilitar así la emergencia de su contenido, ya que de otra manera no se podría resolver mientras siga dormido y latente en el inconsciente, fuera de la vista. Así que si te encuentras con situaciones mundanas que no te gustan o despiertan y mueven en ti cosas desagradables, no le eches la culpa al destino y vayas de víctima, sino que con toda tu responsabilidad personal, “pon toda la carne en el asador” y asume la autoría de las lecciones evolutivas que todavía tienes pendientes, que se te presentan una vez más delante de ti para que tengas una nueva oportunidad de reconocerlas, enfrentarlas y resolverlas de una vez por todas, o por lo menos ir un paso más allá en su aprendizaje.



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 http://www.centrohidra.com/desarrollo-evolutivo/que-son-los-engramas.html




sábado, 23 de noviembre de 2013

Bailando con el Universo por Deepak Chopra










NUESTRO CUERPO, NUESTRA MENTE, NUESTRAS EMOCIONES, NUESTRA FISIOLOGÍA entera esta cambiando a cada momento en función de la hora del día, de los ciclos de la luna, las estaciones e incluso las mareas. Nuestro cuerpo es parte del universo y, en última instancia, todo lo que sucede en el universo afecta a su fisiología. Los ritmos biológicos son una expresión de los ritmos de la Tierra en relación con todo el cosmos, y solo cuatro de ellos (los ritmos diarios, mareales, mensuales y lunares) son la base de todos los demás ritmos de nuestro cuerpo.

La Tierra gira sobre su eje, por lo que experimentamos un ciclo de 24 horas de día y noche al que llamamos ritmo circadiano. Dicho ritmo se basa en el giro de la Tierra y, al formar parte de ella, también todo nuestro cuerpo gira siguiendo el ritmo de la Tierra. Cuando este ritmo biológico se ve interrumpido, por ejemplo, por algún viaje de larga distancia, sentimos jet-lag. También cuando nos quedamos trabajando toda una noche, aunque descansemos durante el día no nos sentimos del todo bien, ya que nuestros ritmos biológicos están desacompasados con los ritmos cósmicos.

Los datos científicos muestran que si sometemos a un animal a cierta dosis de radiación una vez al día, este puede experimentar algún efecto beneficioso. Pero si le damos la misma dosis de radiación doce horas mas tarde, el animal puede morir.¿Por que? Porque su fisiología ha cambiado por completo en ese periodo de doce horas. Incluso nuestra pequeña experiencia subjetiva nos dice que a ciertas horas del día tenemos hambre, mientras que a otras tenemos sueño. Sabemos que tendemos a sentirnos de una cierta manera a las cuatro de la tarde y de otra a las cuatro de la mañana.

Los ritmos de las mareas también afectan a nuestra fisiología. Estos ritmos son el resultado del efecto gravitatorio del sol, la luna y las estrellas de galaxias distantes sobre los océanos del planeta Tierra. En nuestro interior nosotros también tenemos un océano similar a los de nuestro planeta. Mas del 60 por ciento de nuestro cuerpo es agua, y mas del 60 por ciento de nuestro planeta es agua. Por lo tanto, experimentamos en nuestra propia fisiología las pleamares y las bajamares y los flujos y reflujos de las mareas. Cuando nos sentimos incómodos es porque nuestro cuerpo esta fuera de sincronía con el cuerpo del universo. Pasar tiempo cerca del mar o en cualquier sitio natural puede ayudarnos a sincronizar nuestros ritmos con los de la naturaleza.

El ritmo lunar es un ciclo de veintiocho días que se produce como resultado del movimiento relativo de la Tierra, el sol y la luna. Dicho ritmo es evidente considerando el crecimiento y decrecimiento de la luna. Vemos la luna llena, media luna, dejamos de verla, y el ciclo vuelve a empezar otra vez. La fertilidad humana y la menstruación son buenos ejemplos de ritmos lunares, pero hay otros muchos ciclos de veintiocho días. Cuando trabajaba como medico en una sala de urgencias, era de esperar que atendiésemos a mas pacientes con determinados tipos de problemas dependiendo de la hora del día y de los ciclos de la luna.

Debido al movimiento de la Tierra alrededor del sol, experimentamos los ritmos estacionales en forma de diferentes cambios bioquímicos en nuestro cuerpo y mente. Por eso somos mas propensos a enamorarnos en primavera o a deprimirnos en invierno. Las personas que padecen un síndrome conocido como desorden afectivo estacional se deprimen en invierno pero mejoran al ser expuestos a la luz solar. Los cambios estacionales no solo afectan a la bioquímica del cuerpo humano: afectan a la de los arboles, las flores, las mariposas, las bacterias y todo lo que esta presente en la naturaleza.

La Tierra se inclina sobre su eje en primavera y brotan las flores, las marmotas salen de sus madrigueras, migran las aves, los peces regresan a sus territorios de desove y comienzan los rituales de cortejo. Las personas se sienten inclinadas a escribir poesía, los amantes cantan sus canciones y corazones jóvenes y viejos se enamoran. Los ritmos estacionales nos afectan biológica, mental y emocionalmente; todos ellos tienen que ver con la relación entre la Tierra y el sol.

Hay otros ritmos y ciclos que oscilan cada pocos segundos, como las ondas cerebrales y electrocardiograficas, mientras que otros como los ritmos ultradianos duran desde treinta minutos a veinticuatro horas. Hay ciclos dentro de otros ciclos, alcanzándose un elevado nivel de complejidad que en su conjunto funciona al unisono como una sinfonía. Todos esos ritmos crean la sinfonía del universo; cuerpo y mente siempre están intentando sincronizar sus ritmos con los ritmos universales.

Separar el cuerpo y la mente del resto del cosmos es no ver las cosas como son. El sistema cuerpo-mente forma parte de una inteligencia superior, es parte del cosmos, y los ritmos cósmicos generan cambios profundos en nuestra fisiología. El universo es una verdadera sinfonía de las estrellas. Y cuando nuestro cuerpo y nuestra mente están sincronizados con dicha sinfonía, todo se da espontáneamente y sin esfuerzo, y la exuberancia del universo fluye a través de nosotros en glorioso éxtasis. Cuando los ritmos de nuestro cuerpo y mente están sincronizados con los ritmos de la naturaleza, cuando vivimos en armonía con la vida, vivimos en estado de gracia. Vivir en gracia es experimentar ese estado de conciencia en el que las cosas fluyen sin esfuerzo y nuestros deseos son satisfechos con facilidad. La gracia es mágica y sincrónica, esta llena de coincidencias y es maravillosa. Es ese factor de la buena suerte. Pero para vivir en la gracia es necesario que permitamos que la inteligencia de la naturaleza fluya a través de nosotros sin interferir con el.

Teóricamente, si estuviésemos totalmente alineados con el cosmos, si estuviésemos en completa armonía con sus ritmos y si tuviésemos cero estrés, habría muy poca entropia en nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo no envejecería si estuviésemos completamente sincronizados con los ciclos del universo. Si su entropia no se incrementase, estaría dentro de la escala del universo, que se mide en ciclos cósmicos o eones de tiempo. Pero nuestro sistema cuerpo-mente no esta perfectamente alineado con los ritmos del universo; ¿por que es así? Por el estrés. Ya lo ves, en cuanto tenemos un pensamiento, cualquier pensamiento, este interfiere con la tendencia innata de los ritmos biológicos a sincronizarse con los universales.

¿Cómo interferimos con la inteligencia de la naturaleza? En términos espirituales, podemos decir que interferimos cuando nos identificamos con la imagen que tenemos de nosotros mismos y perdemos de vista a nuestro ser interior; cuando perdemos nuestra sensación de conexión con nuestra alma, nuestra fuente. En términos mas comunes, podemos decir que interferimos cuando empezamos a preocuparnos, cuando empezamos a anticipar problemas, cuando empezamos a pensar en lo que podría salir mal. Cuando intentamos controlarlo todo, cuando nos asustamos, cuando nos sentimos aislados; todas esas cosas interfieren con el flujo de la inteligencia de la naturaleza. Cada vez que sentimos resistencia, frustración, que las cosas van mal, que exigen demasiado esfuerzo, es porque estamos desconectados de nuestra fuente, el campo de la pura conciencia, que se manifiesta en la infinita diversidad del universo. El estado de miedo es el estado de separación; es resistencia hacia lo que es. Cuando no oponemos resistencia todo es espontaneo y sencillo, no exige esfuerzo.

Nuestro cuerpo nos esta hablando constantemente mediante señales de comodidad e incomodidad, placer y dolor, atracción y repulsión. Cuando prestamos atención a las sutiles indicaciones de nuestras sensaciones corporales, accedemos a la inteligencia intuitiva. Dicha inteligencia es contextual, relacional, enriquecedora, holística y sabia. La inteligencia intuitiva es mas detallada y precisa que cualquier otra cosa existente en el reino del pensamiento racional. La intuición no es pensamiento; es ese campo cósmico de información no localizado que nos susurra en el silencio que hay entre nuestros pensamientos. Por lo tanto, cuando hacemos caso de la inteligencia interior de nuestro cuerpo, que es el genio supremo y definitivo, nos estamos introduciendo en el universo y accediendo a una información a la que no suele tener acceso la mayor parte de la gente.

Cuando hagamos caso de la sabiduría de nuestro cuerpo, cuando seamos conscientes de las sensaciones de nuestro cuerpo, conoceremos el cosmos entero, ya que experimentamos todo el cosmos en nuestro cuerpo en forma de sensaciones. Cuando no estamos en armonía con los ritmos universales, la señal que nos llega es de incomodidad, ya sea física, mental o emocional. Cuando fluimos en armonía con el universo, la señal que nos llega es una sensación de comodidad, de alegría, de que todo es fácil. En realidad, esas sensaciones son la voz del espíritu, que nos habla al nivel de sentimiento mas sintonizado de nuestro cuerpo. Cuando ofrezcamos a nuestro cuerpo una profunda atención, escucharemos la voz del espíritu, porque nuestro cuerpo es una bioordenador constantemente conectado con la mente cósmica. Nuestro cuerpo tiene una habilidad informática que lo capacita para reparar instantáneamente en la infinidad de detalles que crean cada acontecimiento de nuestra vida.

Sabiendo todo esto, ¿por que no tratas a tu cuerpo con respeto y lo cuidas? Cuida de el con amorosa atención. Aliméntalo con comida saludable y agua fresca. Aliméntalo con la frescura de la tierra y con los colores del arcoiris que la tierra ofrece en forma de frutas y vegetales. Bebe intensamente las aguas de la Tierra para que ellas puedan abrir las lineas de comunicación e inteligencia que corren a través de tus tejidos y de tu torrente sanguíneo. Respira profundamente para que tus pulmones se expandan por completo con el aire.

Libérate de toda atadura o constricción consciente para que tu cuerpo pueda relajarse en los ritmos del universo. Mueve tu cuerpo, ejercitalo y manténlo en movimiento. Comprometete a mantenerlo libre de toxinas, tanto físicas como emocionales. No lo contamines con bebidas o alimentos muertos, químicos tóxicos, relaciones o emociones toxicas en forma de ira, miedo o culpa. Asegúrate de alimentar tus relaciones saludables y no albergues rencores ni resentimientos. La salud de cada célula contribuye directamente a tu estado de bienestar, ya que cada célula es un punto de conciencia en el campo de conciencia que tu eres.

Cuerpo y mente son la danza del universo y, cuanto mas bailen con el universo, mas alegría, vitalidad, energía, creatividad, sincronicidad y armonía experimentaras. Puedes permanecer sintonizado a tu cuerpo siendo consciente de como bailas con el universo. Si prestas atención a los ritmos y ciclos de tu cuerpo y mente y te familiarizas un poco con los ritmos cósmicos, veras como puedes sincronizar los ritmos de tu cuerpo con los del universo. No tienes que ser ningún experto, simplemente presta un poco de atención a esto. Observa como te sientes en diferentes momentos del día y del mes dependiendo del ciclo lunar. Mira al cielo y fijate en los ciclos de la luna. Si lees el diario, mira los horarios de la pleamar y la bajamar. Siente tu cuerpo y observa como se relaciona con cada estación. Entiende que estos ritmos pueden ayudarte de verdad; la siguiente información es lo único que debes recordar.

Entre las seis y las diez de la mañana y las seis y las diez de la noche es cuando tu cuerpo esta hipometabolico, en su fase de metabolismo mas baja. Intenta pasar un rato en silencio en torno a las seis de la mañana y de la tarde. Lo Ideal seria meditar al inicio de esta fase y hacer ejercicio en la mitad de ella, especialmente si lo haces para perder peso.

Entre las diez de la mañana y las dos de la tarde es cuando el fuego metabólico se encuentra al máximo. Es el momento de hacer la comida principal porque tu cuerpo metabolizara mucho mejor la comida. Entre las dos y las seis de la tarde es un buen momento para estar activos, aprender nuevas actividades mentales o emprender actividades físicas. Entre las dos y las seis de la mañana es buen momento para soñar. Alrededor de las seis de la tarde, preferiblemente antes de la puesta del sol, es un buen momento para cenar. Es mejor cenar algo ligero y dejar al menos dos o tres horas de intervalo entre la cena y el sueño. Por lo tanto, intenta acostarte hacia las diez o diez y media de la noche y tendrás un descanso ideal con grandiosos sueños.

Estas son recomendaciones muy básicas pero, una vez que empezamos a sintonizar nuestros ritmos con los ritmos cósmicos, el cuerpo se siente bastante diferente. Se siente vital; no se cansa. Subjetivamente nos sentimos mas enérgicos. Empezamos a experimentar ese estado de conciencia en el que todas las cosas de nuestra vida fluyen con facilidad. Una salud vibrante no es solo la ausencia de enfermedad; es esa alegría que debería estar en nuestro interior todo el tiempo. Es un estado de bienestar positivo no solo físico sino emocional, psicológico y, en ultima instancia, incluso espiritual. La tecnología no va a hacernos mas sanos. Lo que va a hacernos mas sanos es que estemos alineados con las fuerzas del universo, que sintamos que nuestro cuerpo es parte del cuerpo de la naturaleza, comulgar con ella y con nuestra alma pasando tiempo en soledad y silencio.

El poeta hindu Rabindranath Tagore resume el milagro de la vida de una manera mas hermosa de lo que la ciencia puede hacerlo. Dice: "La misma marea de la vida que corre por mis venas día y noche corre por el mundo y baila con métrica cadenciosa. Es la misma vida que se dispara con alegría por el polvo de la tierra en innumerables briznas de hierba, rompiendo en olas tumultuosas de hojas y flores. Es la misma vida a la que mece el mar, cuna de nacimiento y muerte, en su flujo y reflujo. Siento que la caricia de este mundo de vida hace gloriosos a mis miembros. Y mi orgullo viene del latido de eras que baila en este momento en mi sangre".


Los mares y ríos de esta biosfera son la sangre de la vida que circula por nuestro corazón y nuestro cuerpo. El aire es el aliento sagrado de vida que da energía a cada célula de nuestro cuerpo, a fin de que sea posible vivir, respirar y participar en la danza del cosmos. Tener la experiencia de "el latido vital de eras que baila en este momento en nuestra sangre" es vivir la alegría, la conexión con el cosmos. Esta es la experiencia sanadora; es la experiencia de estar completo. Y estar completo es vivir en la gracia.

Deepak Chopra

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miércoles, 13 de noviembre de 2013

EL TESTIGO de KEN WILBER



Ken Wilber nos lleva a trascender la dualidad en un sencillo ejercicio...

Ser un testigo del ser consciente puede prolongarse durante la vigilia, el sueño onírico y el sueño profundo. El Testigo se halla totalmente accesible en cualquier estado, incluyendo tu propio estado de consciencia de este mismo instante. Así que les voy a guiar hacia ese estado, utilizando lo que en Budismo se llama “instrucciones indicativas”. No voy a intentar conducirles a un estado de consciencia diferente, a un estado de consciencia alterado o a un estado diferente de lo común. Simplemente, voy a destacar algo que ya está ocurriendo en tu estado actual, presente y habitual.

Así que comencemos por tomar consciencia del mundo que nos rodea. Mira al cielo, y simplemente relaja tu mente; deja que tu mente y el cielo se fundan. Observa las nubes que flotan. Toma nota de que esto no requiere de esfuerzo alguno de tu parte. Tu estado de consciencia actual -en el que flotan estas nubes- es algo muy simple, muy fácil, que no requiere de esfuerzo, espontáneo. Simplemente toma nota de que, sin mediar esfuerzo alguno, tomas consciencia de las nubes. Lo mismo ocurre con esos árboles, esas aves y esas rocas. En forma simple y sin esfuerzo, tomas conciencia de todos ellos.

Observa ahora las sensaciones presentes en tu propio cuerpo. Puedes tomar consciencia de cualquier sensación corporal que se halle presente ahora: quizás la presión del mueble, quizás el calor en el abdomen, quizás una tensión en tu cuello. Sin embargo, aún si estas sensaciones fuesen de tensión, puedes tomar consciencia de ellas con facilidad. Estas sensaciones surgen en tu consciencia presente, y esa consciencia es muy simple, fácil, relajada, espontánea. Eres un testigo, sin esfuerzo y sin dificultad.

Observa los pensamientos que surgen en tu mente. Puede que observes diversas imágenes, símbolos, conceptos, deseos, esperanzas y temores, todos los cuales surgen espontáneamente en tu consciencia. Surgen, permanecen unos instantes y luego se van. Estos pensamientos y sensaciones surgen en tu consciencia de este momento, y esa consciencia es muy simple, relajada y espontánea. Sin esfuerzo ni dificultad, eres un testigo de todo ello.

Así que observa: puedes ver flotar las nubes porque no eres esas nubes, eres quien las está mirando. Puedes sentir sensaciones corporales porque no eres esas sensaciones: eres el testigo de esas sensaciones. Puedes ver cómo flotan los pensamientos porque tú no eres esos pensamientos -sino un testigo de su presencia-. En forma natural y espontánea, todas estas cosas surgen, por sí solas, en tu darte cuenta presente, sin que medie esfuerzo de tu parte.

Y entonces, ¿quién eres tú? No eres los objetos de allá afuera, no eres las sensaciones, no eres los pensamientos -sin esfuerzo, eres un testigo de la presencia de todos éstos, de modo que no eres ellos. ¿Quién o qué eres tú?

Dilo de este modo para ti mismo: tengo sensaciones, pero no soy esas sensaciones. ¿Quién soy? Tengo pensamientos, pero no soy esos pensamientos. ¿Quién soy? Tengo deseos, pero no soy esos deseos. ¿Quién soy?

Así que retrocedes hacia la fuente de tu propia consciencia. Retrocedes hacia el Testigo, y descansas en el Testigo. No soy los objetos, no soy las sensaciones, no soy los deseos, no soy los pensamientos.

Pero entonces, por lo general las personas cometen un gran error. Creen que, si descansan en el Testigo, van a ver algo o sentir algo, algo realmente exquisito y especial. Pero no verás nada. Si ves algo, se tratará simplemente de otro objeto: otra sensación, otro pensamiento, otra sensación, otra imagen. Sin embargo, todos éstos son objetos: no eres ninguno de éstos.

No es así: mientras descansas en la realización del Testigo -no soy los objetos, no soy las sensaciones, no soy los pensamientos- todo lo que observarás es una sensación de libertad, una sensación de liberación, una sensación de alivio... alivio de la tremenda limitación que implica el identificarse con estas pequeñeces, pequeños objetos finitos, tu pequeño cuerpo, pequeña mente y pequeño ego, todos los cuales son objetos que pueden ser vistos y, por lo tanto, no son Aquél que ve, el verdadero Yo, el Testigo puro, aquél que realmente eres.

Así que no verás nada en especial. Lo que surja está bien. Las nubes flotan en el cielo, las sensaciones flotan en el cuerpo, los pensamientos flotan en la mente -y, sin esfuerzo, tú eres testigo de todo esto-. Todo esto surge espontáneamente y sin esfuerzo en tu consciencia presente. Y esta consciencia que es testigo no es, en sí, nada específico que puedas ver. Es, simplemente, una gigantesca sensación de libertad -o de vacío puro- en el trasfondo. Y en ese vacío puro -que es lo que eres- surge el mundo entero de lo manifiesto. Tú eres esa libertad, esa apertura, ese vacío -y no alguna de las cosas que surgen de allí-.

Descansando en ese atestiguar vacío, libre, fácil y carente de esfuerzo, observa que las nubes surgen en el amplio espacio de tu consciencia. Las nubes surgen en tu interior -tan así es que puedes saborear las nubes, eres uno con las nubes-. Es como si estuviesen a este lado de tu piel... están tan cerca. El cielo y tu consciencia se han vuelto uno solo, y todas las cosas en el cielo flotan sin esfuerzo a través de tu propia consciencia. Puedes besar al sol, tragarte la montaña... están así de cercanos. El Zen dice, “Tómate el Océano Pacífico de un solo trago”, y eso es lo más fácil de hacer cuando adentro y afuera ya no son dos, cuando sujeto y objeto no son dos, cuando el que mira y lo mirado son Un Solo Sabor Único. ¿Lo ves?

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Web https://www.oshogulaab.com/PSICOLOGIA/TestigodelSer.html



Los pensamientos curan más que los medicamentos







Entrevista




Reclama una nueva medicina, la que tenga en cuenta la capacidad de curación de la energía, mucho más eficaz que los medicamentos. Bruce Lipton (Estados Unidos, 1944) ha conseguido aunar ciencia y espíritu. No es poco mérito el suyo si tenemos en cuenta lo “alérgicos” que son los científicos a los temas trascendentales. Es doctor en Biología Celular y fue pionero en la investigación con células madre. Sus estudios sobre la membrana celular y las modificaciones de las células según el entorno sentaron las bases de la nueva epigenética. Sus descubrimientos (que iban en contra de la opinión científica establecida de que la vida es controlada por los genes) y el estudio de la física cuántica le han llevado a criticar duramente la medicina convencional. Es autor de libros como La biología de la creencia y La biología de la transformación.

Usted asegura que la medicina convencional va por muy mal camino. ¿Tan peligrosos son los medicamentos que nos recetan?

Nos dan medicamentos para la enfermedad, pero esto causa muchos problemas en el cuerpo. Porque esta medicina basada en la farmacología no entiende cómo está interrelacionada toda la bioquímica del organismo. Cuando tomo una pastilla química y la introduzco en mi cuerpo, no solo afecta a aquel lugar donde tengo el problema, sino que afecta a muchas otras cosas a la vez. Son los llamados “efectos secundarios”. Pero, en realidad, no son secundarios sino directos. No entienden que el efecto de las drogas no solo crea un efecto sino múltiples. Según las estadísticas en EEUU, ¡los fármacos matan allí a más de 300.000 personas cada año! Y esas personas son muchas más que las que mueren por tomar drogas ilegales. Hay algo que no funciona en la ciencia médica. Hace algunas cosas bien, como la traumatología, pero está matando a mucha más gente de la que ayuda. Tiene que aprender cómo funcionan las células.

¿Y qué ha descubierto sobre las células pero que no tiene en cuenta la medicina?

Yo ya trabajaba con ellas en los años 60. Fui un pionero porque en esa época había muy poca gente trabajando en ello. Y un experimento que hice en esa época cambió la idea que tenía del mundo. Puse una célula madre en un plato petri y, como cada diez horas se divide en dos, al cabo de dos semanas, tenía miles de células, todas idénticas. Luego cogí algunas de ellas, las coloqué en otro plato y cambié el entorno celular (son más como peces porque viven en un entorno fluido). Cambié la química en ese plato y ahí formaron músculo. Después, cogí otras del primer plato y las puse en un entorno diferente, y se formó hueso, y otras se convirtieron en grasa al volver a cambiar el entorno. Entonces, la pregunta es muy sencilla, ¿Qué controla el destino de las células? Todas eran idénticas, lo único que era diferente era el entorno. Cuando cojo células sanas y las coloco en un entorno nocivo, la células enferman y mueren. Si un médico las mirara, diría: “¿Qué medicina hay que darles?” ¡Pero no hace falta ninguna medicina! Les cambias el entorno nocivo, las colocas en uno sano y saludable y las células sanan. Los humanos somos una comunidad de 50 trillones de células, por tanto, la célula es el ser viviente y la persona es una comunidad. ¡El humano es un plato petri cubierto de piel!

¿Cuál es el entorno de la célula que hay que cuidar?

Dentro de mí hay 50 trillones de células y el entorno celular para nosotros es la sangre, por ello la composición de la sangre cambia el destino de la célula. ¿Y qué controla la sangre? Pues el sistema nervioso, que crea una química diferente según el sistema exterior. La célula y el ser humano son la misma cosa. Por ello, si pongo al ser humano en un entorno nocivo, igual que la célula, también enferma. Si lo trasladas a un entorno sano, entonces sana. Por tanto, la medicina culpa a las células por la enfermedad y trata de cambiar la química de las células, pero ese no es el problema, el problema es el entorno. Y si cambias a la persona de entorno, sin medicamentos, el cerebro cambia la química. El cerebro de la célula y el de la persona leen y entienden el entorno.

En un entorno sano, ¿nos curamos automáticamente? ¿Así de fácil?

No es tan fácil, porque la mente interpreta. Puede suceder que estemos en un entorno muy sano y que la mente lo lea como un entorno negativo o perjudicial. Entonces crea una química que hará a mi cuerpo enfermar. La diferencia entre la célula y el ser humano es que este tiene una mente que hace una interpretación y la célula lee el entorno directamente. Si metes un programa con errores en la mente, entonces la química que genera no está en armonía con la vida. Y esto nos sirve para entender cómo funciona un placebo. Cambio mi creencia y pienso que esto me va a sanar, tomo una píldora porque creo que esto me va a traer salud, y me mejora y me sana, pero la píldora podría ser de azúcar, en realidad no ha hecho nada, han sido mis creencias. Y a eso lo llamamos pensamientos positivos y efecto placebo.

¿Está diciendo que el efecto placebo –creer que algo nos sanará– es más curativo que un medicamento? Pero no hay casi investigaciones sobre eso.

Sí, tienes razón. ¿Eres consciente de que hay más de una manera de hacer energía sin tener que depender del petróleo? Pero seguimos dependiendo del petróleo porque no interesa el cambio a los que controlan la energía. Lo mismo pasa con las empresas farmacéuticas. Venden fármacos y ¿poder sanar sin fármacos es bueno o malo para la industria farmacéutica? No quieren que sanes sin comprar sus fármacos. ¿Se puede poner energía en una cápsula? Si fuera así, las farmacéuticas intentarían vendértela. Si puedo sanar sin usar medicamentos, la industria que los produce no gana dinero. Deberíamos poder decir que la ciencia está separada de la industria farmacéutica, pero no es así, porque con el dinero de esta se paga el desarrollo de la ciencia, y ese dinero solo va esos estudios que dicen que las drogas funcionan. El dinero controla la ciencia.

Explíquenos cómo funciona ese poder que dice que tiene la mente para la autocuración.

He hablado de que la mente controla: si piensa de una manera, se va en una dirección y, si piensa de otra, se va en otra. Por ejemplo, cierro los ojos, los abro y veo a alguien a quien amo. Entonces mi cerebro segrega dopamina, oxitocina, etc. Lo puedo sentir en mi cuerpo, puedo sentir el amor, y esa química trae salud a las células. Por eso, quien se enamora se siente tan bien. Pero si abro los ojos y veo algo que me asusta, segrego hormonas del estrés. Y estas hacen dos cosas. La primera es que frenan el crecimiento del cuerpo. Porque si me está persiguiendo un león, necesito toda la energía para poder escaparme, y mi organismo apaga todo lo que no sea imprescindible para correr más rápido, así que se paraliza todo lo que tiene que ver con el crecimiento. La gente no lo sabe, pero tienes que crecer todos los días, porque, si no, te mueres. Cada día cientos de billones de células mueren y tienes que ir produciendo nuevas. Cada tres días, el sistema digestivo renueva sus células, pero si se interfiere con ese crecimiento, entonces no puedo estar sano porque estoy perdiendo demasiadas células al día, por eso la quimioterapia hace que se caiga el pelo y crea problemas de digestión, porque mata todas las células, no solo las del cáncer. La segunda consecuencia de las hormonas del estrés es que se cierra todo aquello que usa energía, y el sistema inmunitario usa muchísima energía: cuando estás enfermo, te sientes muy cansado porque tu energía la está usando el sistema inmunitario.

Eso significa que el estrés nos hace enfermar, ¿no?

Las hormonas del estrés apagan el sistema inmunitario, incluso la medicina usa este efecto en algunas ocasiones. Por ejemplo, si me trasplantaran un corazón, mi sistema inmunitario lo rechazaría. En esos casos, los médicos dan hormonas del estrés y eso impide que funcione el sistema inmunitario. Es tan claro que suprime el sistema inmunitario que lo usamos como un medicamento. Cuando la persona está bajo estrés, afecta de dos maneras: la primera es que deja de haber crecimiento y la segunda es que se apaga el sistema inmunitario. De esta forma, virus nocivos pueden atacarme fácilmente. Cuando estás bajo mucho estrés, te enfermas. Y debo decir que, si tomamos una muestra de sangre de cada persona, descubrimos que todos tenemos células cancerígenas. Las tenemos siempre, pero si está funcionando el sistema inmunitario, no pueden crecer. Una vez que se apaga el sistema inmunitario, proliferan. Es como el catarro: no tienes que coger el virus, ya lo tienes dentro. Son organismos oportunistas. El 90 por ciento de la gente que va al médico es debido al estrés, y también el cáncer funciona igual.

Explíquenos qué es la medicina cuántica o medicina de la energía.

Como decía, la primera razón por la que la medicina de hoy es cuestionable es porque los médicos no saben cómo funcionan las células. La segunda es que la medicina está basada en la física de Newton. No reconoce la energía, esa parte invisible, las señales electromagnéticas. Pero, a principios del siglo XX, apareció la física cuántica, que dice que todo es energía, lo que podemos ver y también lo invisible. Si miras dentro del átomo, hay electrones, protones, neutrones. ¿Y qué hay dentro? Energía. La ciencia más reciente indica que el cuerpo responde a la física cuántica, no a la newtoniania. La medicina dice que quiere cambiar la química del organismo con drogas y la nueva medicina dice que hay que cambiar la energía. Y esta nueva medicina, la cuántica, es mucho más poderosa, porque responde primero el campo energético que el físico.

Si todo es energía, ¿los pensamientos también? ¿Cómo influyen en nuestra salud?

La mente es energía. Cuando piensas, transmites energía, y los pensamientos son más poderosos que la química. Así que esto es peor para las empresas farmacéuticas porque no lo pueden vender. Por tanto, no les interesa una conexión entre la mente y el cuerpo. Pero es cierto que las propias creencias se convierten en un campo energético, una transmisión, y esta se transforma en una señal que es capaz de cambiar el organismo. Y así es como funcionaba la sanación antes del desarrollo de la medicina. La gente sanaba con los chamanes, con las manos… pero eso no puede vender y por eso la medicina no quiere ir por ese camino. Y es la razón por la que yo cambié mi carrera. Estaba enseñando en la universidad que hay que seguir con drogas y sabía que eso no era verdad. La medicina lo conoce, pero no habla de ello. Sabe que el pensamiento positivo, el placebo, puede sanar, y también que el pensamiento negativo puede matar. Uno se llama placebo y el otro nocevo. En realidad, no es que sea positivo o negativo, es la manera de pensar. Si el médico te dice que tienes cáncer, aunque no tengas cáncer, si lo crees, crearás la química que generará cáncer. Por tanto, el problema no es tanto el entorno real sino el que tú interpretas.

Y eso enlaza con la física cuántica.

Totalmente. Por eso no funciona la medicina, porque no reconoce la ciencia cuántica. No mira hacia ahí porque el dinero está en otro lado.

Usted ha explicado que, en la mente, quien realmente tiene el poder es el subconsciente, ¿por eso es tan difícil cambiar hábitos de pensamiento?

Es millones de veces más poderoso y más importante que la mente consciente. Utilizamos el subconsciente el 95 por ciento del tiempo.

Pero no lo podemos controlar.

Lo puedes reprogramar. La información del subconsciente se recibe en los primeros seis años de vida. Eso que aprendiste en esos años se convierte en el conocimiento fundamental de tu vida. Por tanto, hay muchos estudios que demuestran que las enfermedades que tenemos de adultos, como el cáncer, tienen que ver con la programación y el entorno que vivimos en los primeros seis años de vida.

Es decir, los niños absorben también sus enfermedades o sus actitudes negativas, y así se ‘programa’ su subconsciente. ¡Qué gran responsabilidad para los padres!

La gente, cuando oye esto, se preocupa, se culpa. Pero no eres culpable si tú no sabes que el subconsciente funciona así. No lo sabían nuestros padres, ni nuestros abuelos ni bisabuelos. Ahora bien, cuando lo entiendes, tienes que cambiar tu manera de vivir, porque entonces sí eres responsable. Está demostrado que si un niño adoptado vive en su familia casos de cáncer, en su madurez puede padecer cáncer aunque su genética sea diferente. Sería algo así como conducir un coche: si te enseñaron a conducir mal y has automatizado esa forma de conducir, pues lo más probable es que tengas accidentes. Si te enseñaron a maltratar tu cuerpo con mala información, destruirás el vehículo de tu cuerpo, cuyo conductor es la mente. El futuro es una mejor educación para los niños, incluso en la etapa prenatal.

¿Podemos reprogramar el subconsciente para estar más sanos o ser más felices con nuestra vida?

Los comportamientos que vienen del subconsciente no los percibes y pueden estar haciéndote daño. Quizás te sientes enfermo y echas la culpa a otra cosa. Al cambiar estos programas erróneos en el subconsciente, puedes recrear toda tu vida. Hay varias maneras de hacerlo. Se piensa que, cuando la mente consciente registra algo, la subconsciente también filtra esa informacion, pero no es así. La mente consciente es creativa y la subconsciente trata de todos los hábitos. Si le enseñas al subconsciente algo diferente, se lo enseñas también a la consciente, pero no al revés. Por ello, la manera de reprogramar es repetir y repetir hasta que se crea un hábito. Si leo un libro de autoayuda, mi mente consciente dice: “Sé todo lo que hay en el libro y lo aplico”, pero la subconsciente no se entera de nada. Entonces, piensas: “¿Por que sé tanto y todavía mi cuerpo no funciona?”. Los pensamientos positivos, el conocimiento… solo funcionan el 5% del tiempo, pero el 95% son los hábitos que tengo desde mi niñez. Y esa es la razón por la que los pensamientos positivos no son suficientes. Ayudan, pero no ves muchos resultados. Todo sigue igual hasta que no cambias el subconsciente. Técnicas de psicología basadas en la energía como la hipnosis o el Psych-K son una manera de cambiar el subconsciente, es como un aprendizaje rápido.

Con su investigación, ha aunado ciencia y creencia, un binomio que evita la mayoría de los científicos. ¿Usted cree en la eternidad?

Absolutamente, sí. No hay dos personas iguales, y lo digo desde el punto vista biológico. Si cojo mis células y las traslado a tu cuerpo, no soy yo, el sistema inmunitario las rechaza. En las células hay como una especie de antenas en miniatura. Son receptores y algunos son autorreceptores. Tú tienes diferentes autorreceptores a los míos. Pero los receptores reciben las señales del entorno. Si corto esos receptores, la célula no tiene ninguna identidad, porque no le viene de dentro sino de fuera. Para explicarlo de forma gráfica, diría que el cuerpo es como un televisor: mis antenas captan y reproducen el programa televisivo de Bruce. Esos receptores recogen esa transmisión. Si estoy viendo la tele y se estropea el tubo de la imagen, ha muerto el televisor, pero sigue la transmisión. Así que cojo otra, la enciendo, conecto el canal y vuelvo a ver el programa de Bruce, pero en otra tele, o lo que es lo mismo, en otro ser. Si ese ser tiene los mismos receptores que tienes tú, volverás a estar trasmitiendo lo mismo, pero en otro cuerpo. Esto explica la reencarnación y quiere decir que el cuerpo puede ir y venir, pero la transmisión siempre está ahí.

¿Eso le hizo creer que tenemos espíritu?

Nunca había creído en el espíritu, pero cuando comprobé esto en la célula, me cambió la vida entera. La pregunta que me planteé es: ¿por qué esa duplicidad?, ¿por qué tener un espíritu y un cuerpo? Y la respuesta vino de mis células: si solo existiera el espíritu, ¿a qué sabe el chocolate? Solo con la parte espiritual, ¿cómo vivir una puesta de sol? ¿Qué se siente cuando se está enamorado? Todas esas sensaciones vienen de las células del cuerpo, que puede oler, sentir, tener experiencias. Recoge todo eso, lo transmite al cerebro. Se convierte en vibraciones y lo transmite a la fuente del ser. Si se muere mi cuerpo, mi fuente de ser y mi espíritu tienen la memoria hasta que tenga otro cuerpo. La lección más importante es que estar vivo es un regalo, una alegría por todo lo que podemos sentir. Cuando hagamos eso, todo el mundo estará sano.

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